La torre de Ashalim

Mussi Katz, Ashalim Power Station, 2019. Vista aquí.

Es un añico de sol. Una astilla de la estrella que se hincó sobre la Tierra o que Metatrón remolcó. Ha sido enaltecida en un desierto judío, cúspide de torre antigua, apogeo incandescente del cetro mismo de Dios, vaso termodinámico de la Aleph. Un alba se licúa ahí, un alba y un mediodía. Luz exacta que desnuda al ocaso.

Bobina descomunal, giro vago, evanescente, coloso panal solar. Zumba hasta el fondo de hanNegév, llega su rayo a Efraím, hasta Neftalí, más allá. Fueron pueblo nómada. Nómadas sois. Soy su faro. Sobre Ashalim se levanta, y sobre Ezuz y Nitzana. Siete veces siete tiempos toma remontar su espiral. Ningún rebaño atrevido, ninguna pastora sola se oculta de su mirada. Tótem monoteísta que devora el horizonte.

Un estanque de espejismos se estremece a sus pies, cien mil y un ojos abiertos en los que el día se concentra. Foco de parábola, punto de alta incidencia. Imagen viva del Sol. No prolifera en mi foro, en mi edificio, mi plaza, la confusión de Babel. Sólo una lengua se incendia, retumba, en mi interior. Luz. La lengua de la luz.

·

Se dice que las plantas heliostáticas son el futuro de la energía solar. Ésta es la torre de Ashalim, Israel, en su momento la más alta del mundo en su tipo, con 262 metros, igual que el Chrysler Building de Nueva York. Un campo de espejos convergentes concentran la luz del Sol en el vaso de la torre. El calor produce vapor y el vapor da movimiento a una turbina. Puede generar 121 megavatios, lo suficiente para dar electricidad a 120,000 hogares. Maravilla de la energía verde, la torre de Ashalim es también una presencia imponente que despierta sentimientos y estimula la fantasía, como lo mostró este artículo reciente del New York Times.

מינוזיג – MinoZig, sin título, 2018. Vista aquí.
מינוזיג – MinoZig, sin título, 2018. Vista aquí.
A %d blogueros les gusta esto: