Libro de las creencias

Mucho de lo que Kenzaburo Óe ha sido como escritor puede conocerse en un solo libro: Dinos cómo superar nuestra locura.

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Vista reciente del caserío de Óse, donde nació Óe, hoy parte de Uchiko, un pueblo de la prefectura de Ehime. A la izquierda, el río Oda. Imagen tomada de Google Maps.

Hay que empezar por decir que las piezas que reúne este título no forman, en principio, una obra unitaria.[1] Son relatos autónomos, producidos en momentos muy distintos. Catorce años separan al primero del último. Los separa también el tránsito del autor a lo largo de ese tiempo. Entre 1958 y 1972 las inquietudes temáticas y el estilo de Óe cambiaron considerablemente. Estas cuatro narraciones comparten sin duda ciertas propiedades. Pero también las comparten con otras obras del mismo escritor. ¿Por qué fueron compiladas? Tal vez porque de esta forma su comercialización y divulgación serían más fáciles. Y porque todos son textos de mediana extensión: cuentos largos o novelas cortas.

Los libros de Óe crecen casi siempre de semillas personales. Óe es un escritor de aliento autobiográfico. Hay dos simientes vitales: la infancia aldeana en la isla sureña de Shikoku, Japón, y la figura de Hikari, el mayor de sus hijos, que nació con una hernia cerebral y ha vivido desde entonces con discapacidades. Es verdad que en las novelas y ensayos de Óe hay otras inquietudes: Estados Unidos y la ocupación tras la derrota japonesa en 1945; Hiroshima y la amenaza nuclear; la férrea, incluso visceral,[2] defensa de la democracia en Japón y la correlativa oposición al pensamiento y las corrientes imperialistas, y los movimientos mesiánicos y el terrorismo, interés estrechamente asociado al anterior, entre otras. Pero estas inquietudes con frecuencia se desprenden de aquéllas —la aldea de la infancia, Hikari— o dan forma a productos literarios inferiores. En este sentido al menos, son asuntos secundarios. En “La presa”, por ejemplo, el encuentro marginal con Estados Unidos es una vertiente más, ficticia si se quiere, de esa infancia aldeana. En “El día que Él mismo habrá de enjugar mis lágrimas”,[3] el golpe que supone la caída de Hirohito proviene de la niñez de Óe en el caserío de Óse. A pesar de sus méritos, Salto mortal, que sigue los pasos de un líder carismático y borda sobre el terrorismo, palidece frente a novelas tempranas de Óe, como El grito silencioso o Una cuestión personal.

Kenzaburo y Hikari Óe, c. 1967.

Esas dos fuentes creativas, como pozos de larga vida útil que sin embargo descargan su torrente principal sólo durante un tiempo, tuvieron su periodo más potente en los años sesenta y sus alrededores. Óe comenzó a explotar el surtidor de la aldea originaria en 1958, aproximadamente, para escribir Corten de raíz, maten a los niños,[4] su primera novela. Hikari Óe nació en 1963: al año siguiente el autor publicó Una cuestión personal, descenso en picada al infierno emocional de traer al mundo un hijo dañado y enfrentar su destino. Por unos años, al menos hasta 1969, ambas fuentes mantuvieron su intensidad. Óe incluso las combinó en “Dinos cómo superar nuestra locura” (relato que da nombre al volumen de marras). Luego, a velocidades diferentes, una y otra declinaron, sin agotarse del todo.

Art and Healing, una conversación entre Kenzaburo Óe y Harry Kreisler, de UCTV. Grabada en la Universidad de Berkeley, California, el 16 de abril de 1999.

Algunos escritores producen sus obras más importantes en tiempos de tormenta. En periodos críticos, meses y años de zozobra, mientras sangran y el hueso roto, vivo, está expuesto. Son autores que trabajan a corazón abierto. Sus piezas retransmiten esa presión, los estados alterados y magenta. La escritura en estos casos equivale a una hemorragia o a un drenaje de líquidos cerebrales. Óe fue una de estas almas románticas.[5] Creó narraciones de fuerza poco común durante el tránsito de la juventud a la edad adulta y en los años turbulentos que siguieron a la llegada de su hijo Hikari. Salvados estos tiempos, el autor perdió su filo creativo. La neurosis peligrosa, la rabia, la angustia, la hipersensibilidad, los apegos enfermizos y la sensualidad, las pasiones en suma que Óe podía entregar con mayor eficacia desparecieron o disminuyeron. No dejó de ser un autor persuasivo, dueño de un claro oficio, pero se atemperó. En ese periodo de mayor fuerza creativa, Óe escribió obras que no dependen de ninguna de las fuentes que indiqué (la aldea, Hikari). Los relatos Diecisiete (1961) y J (1963) son buenos ejemplos. De manera análoga, Óe ha producido textos fuera de dicho periodo que abrevan fundamentalmente en alguna de esas fuentes, como la novela A Quiet Life (1990).[6] En Dinos cómo superar nuestra locura, sin embargo, ambas condiciones se reúnen. Todos los relatos pertenecen a la que es, en mi opinión, la mejor etapa literaria de Óe. Y todos emanan de esos pozos vitales.

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La portada de mi edición de la obra (Grove Press, New York, 1994, 261 pp.)

[1] La traducción al español del libro, de Anagrama (Barcelona, 2004), lleva por título: Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura.

[2] En una entrevista para The Paris Review, Óe confiesa: “En Japón […], cada vez que me cruzo con un intelectual propenso al culto imperial, me enojo. Mi respuesta inevitablemente es empezar a molestarlo, y entonces la pelea comienza. Por supuesto, los pleitos sólo suceden cuando he tomado mucho”.

[3] “El día que Él se digne enjugar mis lágrimas”, en la traducción de Anagrama.

[4] Arrancad las semillas, fusilad a los niños, en la traducción de Anagrama (Barcelona, 1999).

[5] No extraña en este sentido la admiración que siente por artistas románticos como William Blake.

[6] Hasta donde he investigado, este libro no ha sido traducido al español.

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