Un poema de Birago Diop

John Mackenzie Burke, Baobab, Parque Nacional de Tarangire, 2015.

El trabajo del escritor senegalés Birago Diop (1906-1989) guarda estrecha relación con la Négritude, un movimiento de expresión estética y aspiraciones sociales y políticas que se opuso al dominio cultural europeo en África y contribuyó, desde su trinchera, a la descolonización del continente. La Négritude reivindicó las artes y los valores africanos como una manera de preservar la identidad y echar por tierra los estereotipos occidentales. Llamaba a la gente negra, lo mismo la radicada en África que la de la diáspora, a enorgullecerse de su linaje. El poeta martiniqués Aimé Césaire propuso el término. Léopold Sédar Senghor y Léon Damas consolidaron el movimiento.

Veterinario de profesión, Diop dedicó sus mayores empeños literarios a la recolección y el registro de cuentos tradicionales. No se limitó a traducir: aprovechó el francés como vehículo pero supo infundir en él «toutes les vertus des langues négro-africaines», como señaló Senghor. En esta vertiente, el principal legado de Diop son Les contes d’Amadou Koumba (Fasquelle, París, 1947).

El poema «Souffles» (‘respiraciones’, ‘soplidos’, ‘soplos’) apareció por primera vez en la Anthologie de la nouvelle poésie nègre et malgache de langue française, del mismo Senghor (Quadrige / Presses Universitaires de France, París, 1948). Luego Diop lo incluyó en Leurres et lueurs (Présence Africaine, París, 1960). Sumamente popular, «Souffles» se convirtió en una suerte de himno de la Négritude y síntesis de la poesía y la actitud vital del escritor. La siguiente traducción corresponde a la versión condensada de la antología de Senghor. Más abajo, el texto original en francés.

Soplos

A Ch. Cassagne

Escucha más seguido a
las cosas que a los seres.
La voz del fuego se oye,
oye la voz del agua,
las matas que sollozan
en el viento que pasa.
Es el soplo de los ancestros…

Nunca se van los que han muerto,
son la sombra que se alumbra
y la sombra que se espesa,
no yacen enterrados:
en el árbol que bulle están,
están en el bosque que gime.
En el agua que se desliza,
están en el agua quieta,
están en la cava, están en la multitud:
quienes han muerto no han muerto.

Escucha más seguido a
las cosas que a los seres.
La voz del fuego se oye,
oye la voz del agua,
las matas que sollozan
en el viento que pasa.
Es el soplo de los ancestros,
el soplo de los ancestros muertos,
que no nos han dejado,
que no yacen enterrados,
los muertos no están muertos.

Nunca se van los que han muerto,
están en el útero,
están en el vagido recién nacido,
en la madera inflamada.
No yacen bajo la tierra,
ellos están en el fuego que declina,
en la hierba que escurre están,
en el peñasco y en su alarido,
ellos están en el bosque, están en la multitud:
los muertos no están muertos.

Escucha más seguido a
las cosas que a los seres.
La voz del fuego se oye,
oye la voz del agua,
las matas que sollozan
en el viento que pasa.
Es el soplo de los ancestros.

Traducción de Ignacio Ortiz Monasterio

·

Souffles

A Ch. Cassagne

Écoute plus souvent
les choses que les êtres.
La voix du feu s’entend,
entends la voix de l’eau,
écoute dans le vent
le buisson en sanglots.
C’est le souffle des ancêtres…

Ceux qui sont morts ne sont jamais partis,
ils sont dans l’ombre qui s’éclaire
et dans l’ombre qui s’épaissit,
les morts ne sont pas sous la terre :
ils sont dans l’arbre qui frémit,
ils sont dans le bois qui gémit.
Ils sont dans l’eau qui coule,
ils sont dans l’eau qui dort,
ils sont dans la cave, ils sont dans la foule :
les morts ne sont pas morts.

Écoute plus souvent
les choses que les êtres.
La voix du feu s’entend,
entends la voix de l’eau,
écoute dans le vent
le buisson en sanglots.
C’est le souffle des ancêtres,
le souffle des ancêtres morts,
qui ne sont pas partis,
qui ne sont pas sous terre,
qui ne sont pas morts.

Ceux qui sont morts ne sont jamais partis,
ils sont dans le sein de la femme,
ils sont dans l’enfant qui vagit
et dans le tison qui s’enflamme.
Les morts ne sont pas sous la terre,
ils sont dans le feu qui s’éteint,
ils sont dans les herbes qui pleurent,
ils sont dans le rocher qui geint,
ils sont dans la forêt, ils sont dans la demeure :
les morts ne sont pas morts.

Écoute plus souvent
les choses que les êtres.
La voix du feu s’entend,
entends la voix de l’eau,
écoute dans le vent
le buisson en sanglots.
C’est le souffle des ancêtres.

·

La trascripción que hizo Diop a máquina del poema.
El manuscrito original.

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